jueves, 30 de septiembre de 2010

Fuga de bandoneones

Anibal Troilo, Osvaldo Fresedo, Astor Piazzolla, Eduardo Arolas, Pedro Maffia, Roberto Di Filippo, Jose Libertella, Leopoldo Federico, René Marino Rivero, todos ellos, y muchos mas, lo hicieron parte de sus vidas y de las nuestras.
Es inevitable escuchar un bandoneón y no pensar en el Río de la Plata y sus encantos…
Para un argentino en el extranjero su sonido evoca imágenes mentales y nostalgias, para un foráneo su sonido es cautivador y es por si mismo un artefacto excentricista.
El bandoneón ha acompañado aquellas míticas orquestas típicas de tango de comienzos de siglo XX. Sin embargo su arribo a nuestro país data de mucho antes.
Existen diversos relatos respecto a su creador, sin duda la que más me convence es la historia del Señor Zimmerman, quien diseñó un aerófono basado en una Concertina popular de la época agregándole hasta 142 voces dando a cada una la posibilidad de un doble sonido: el normal y el que corresponde a la octava superior.
Zimmerman era de Karlsfeld, Sajonia y en 1849 presentó este extraño instrumento de muy difícil ejecución en una exposición industrial de París. Pero no fue muy bien recibido ya que no se ajustaba al gusto francés, que prefería el acordeón patentado en Gran Bretaña en 1829.
Zimmerman no se quedó tranquilo tras el poco animo demostrado por el publico Frances y encomendó la construcción de su concertina a la fábrica de órganos, armonios y armónicas Arnold.
Es aparentemente ahí donde interviene un tal Heinrich Band, violonchelista y vendedor de instrumentos musicales de Sajonia, quien poseía conocimientos musicales que ayudaron a mejorar la calidad del sonido. Además Band Introdujo modificaciones en las lengüetas (por donde pasa el aire) y le dio la forma cuadrada con que se le conoce, también el nombre de “Bandoneón” que proviene de una conjunción de su apellido y una suerte de cooperativa para solventar la construcción del instrumento, que dio origen al término "band-unión", transformado por razones de eufonía en "bandonion".
Heinrich, contribuyó además a la difusión del instrumento con varias transcripciones de obras como valses y polcas. A su fallecimiento el negocio siguió en manos de su esposa, primero con un socio y luego con su hijo mayor Alfred. Con toda la experiencia ganada en 1911 Alfred funda la firma “Alfred Arnold Bandonion”, fabricante de los famosos y apreciados "AA" ("doble A"). Este, se presentaba como: "El único instrumento para una interpretación perfecta del tango argentino".Por otra parte Ernest Louis Arnold, socio de Alfred, fue el fabricante de los bandoneones ELA que eran importados en la Argentina y vendidos por Alberto Ohermann.
La fabricación de este instrumento ha sido patrimonio casi exclusivo de Alemania. A pesar de las distancias, Argentina ha sido dichosa en el arribo de los primeros inmigrantes, pues con ellos llegaron los primeros ejemplares de fueyes.
Este hecho histórico colaboró en la formación del sonido particular del tango rioplatense, transformandolo en un verdadero símbolo. Actualmente y a pesar de que duela, no existen fabricas de bandoneones y para ellos se calcula una vida útil de 200 años cada uno, con buen cuidado.
Día a día algunos bandoneones van y vienen. Otros desaparecen, dejando camino a un mar de silencio.
Entre el alza de los precios por su particularidad, el abandono y castigo propio del tiempo y la fuga de estas especies únicas al exterior, cada vez es más difícil reflotar ese sonido único de los bandoneones de esas fábricas alemanas de antaño.



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